Porque la rosa roja se aprieta, y es un nudo que guarda su secreto"...
¡Pero no descubramos lo que la rosa es fuera de nosotros!"
¡Pero no descubramos lo que la rosa es fuera de nosotros!"
El hombre que parece boyero de sus días
(¡y alza, en verdad, mutismos de boyero!)
me ha tirado su flor,
una rosa bermeja.....
siempre una mujer habrá en las rosas
que me diga la tierra.
Pero nunca sabremos
lo que la rosa es fuera de nosotros:
la rosa emancipada de tu color y el mío,
la flor en su tremenda soledad.
Porque la rosa roja se aprieta, y es un nudo
que guarda su secreto.
¡Digamos alabanzas de la rosa,
multiplicado corazón del día!
¡Cantemos a la rosa que tira su puñado
de amor a la guerrera mocedad de los vientos!
...
¡Pero no descubramos
lo que la rosa es fuera de nosotros!
¡Ah, si tus manos rústicas, Boyero,
desataran el nudo de la rosa bermeja,
y atisbasen mis ojos por el ojo invertido
de la flor que se mida!
Tal vez se dispersara entre tus manos
el haz deshecho de la realidad,
o hallarían mis ojos la figura de un Dios
que ha cruzado las piernas
y te sueña y me sueña.
Pero la rosa guarda su secreto,
cárcel que se derrumba y se levanta:
es una voz ardida
que no sabe callar en la boca del mundo.
(Leopoldo Marechal)
(¡y alza, en verdad, mutismos de boyero!)
me ha tirado su flor,
una rosa bermeja.....
siempre una mujer habrá en las rosas
que me diga la tierra.
Pero nunca sabremos
lo que la rosa es fuera de nosotros:
la rosa emancipada de tu color y el mío,
la flor en su tremenda soledad.
Porque la rosa roja se aprieta, y es un nudo
que guarda su secreto.
¡Digamos alabanzas de la rosa,
multiplicado corazón del día!
¡Cantemos a la rosa que tira su puñado
de amor a la guerrera mocedad de los vientos!
...
¡Pero no descubramos
lo que la rosa es fuera de nosotros!
¡Ah, si tus manos rústicas, Boyero,
desataran el nudo de la rosa bermeja,
y atisbasen mis ojos por el ojo invertido
de la flor que se mida!
Tal vez se dispersara entre tus manos
el haz deshecho de la realidad,
o hallarían mis ojos la figura de un Dios
que ha cruzado las piernas
y te sueña y me sueña.
Pero la rosa guarda su secreto,
cárcel que se derrumba y se levanta:
es una voz ardida
que no sabe callar en la boca del mundo.
(Leopoldo Marechal)